En respuesta a la alerta nacional emitida por las autoridades de salud frente al aumento de casos de fiebre amarilla en Colombia, la Cruz Roja Colombiana Seccional Atlántico hace un llamado a la comunidad en general a reforzar las medidas de prevención, especialmente en lo relacionado con la vacunación para quienes no se la han aplicado, y mantener el autocuidado y control del vector transmisor.
La fiebre amarilla es una enfermedad viral aguda, transmitida por la picadura de mosquitos infectados, particularmente de la especie Aedes Aegypti, presente en zonas urbanas y rurales del país. De acuerdo con Minsalud, esta enfermedad puede ser grave con una letalidad entre el 40% y 50%, sin embargo, puede prevenirse mediante la vacunación.
“Instamos a toda la población, especialmente a quienes residen en zonas de riesgo o tienen previsto viajar a regiones endémicas, a acercarse a los puntos de vacunación habilitados y aplicarse la vacuna contra la fiebre amarilla, la cual es segura, y proporciona protección de por vida”, expresó Karen Pérez Assia, directora de Salud de la Seccional.
Es importante resaltar que se amplió el rango de edad para la inmunización, iniciando desde los 9 meses de edad e incluyendo a las personas mayores de 59 años. Para movilizaciones masivas en los municipios afectados, debe aplicarse al menos 10 días antes del viaje a zonas de riesgo y está contraindicada en algunos grupos, como personas con inmunosupresión o alergia grave al huevo; en estos casos, se recomienda consultar con su médico.
La vacunación es una herramienta clave para prevenir la fiebre amarilla, pero también es importante adoptar medidas cotidianas de protección personal. Usar ropa que cubra brazos y piernas durante el amanecer y el atardecer, aplicar repelente en las zonas expuestas de la piel y dormir bajo toldillos o mosquiteros, especialmente en áreas rurales, contribuye significativamente a reducir el riesgo de contagio.
La reproducción del vector es una responsabilidad compartida, por eso es necesario eliminar los criaderos del mosquito transmisor evitando la acumulación de agua en recipientes, floreros, llantas, y tanques sin tapa; limpiar frecuentemente patios y entornos cercanos, realizar jornadas comunitarias de fumigación y sensibilización.
Finalmente, hacemos un llamado urgente a hacer uso responsable y eficiente de las dosis disponibles de la vacuna contra la fiebre amarilla, priorizando a las personas que realmente la necesitan según los criterios establecidos por las autoridades de salud. La conciencia colectiva y la solidaridad en el acceso a la vacunación son claves para proteger a quienes están en mayor riesgo y contener la propagación de esta enfermedad prevenible.

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